viernes, 1 de noviembre de 2013

Rostro humano, y alma de espíritu nocturno.

Soy incorpórea, como un ángel. 
Voy pululando por su ecosistema sin ni siquiera rozarlo; soy transparente. 
No necesito de mis manos repasando su cuerpo para llegar a excitarme. He alcanzado la gloria desde el mismo momento se ha puesto a gritar qué sacrificaría el sol para seguir vivo un par de minutos más. 
Él, él, él; tú. 
Yo.
Sobrevivo invisible al deseo carnal, pero con la capacidad de guardar el recuerdo en mi cabeza. Terrible pánico al vacío que inunda mi mente solo de pensar que podría no haber conservado su esencia. Permitiría entregar mi cuerpo al fuego, lo se. Y también se que me abriría el subconsciente en busca de latidos; y eso me folla la mente. 
Mi asesino, mi amante; o suyos. 
Es posible que no comprenda de que habla, seguro que no creó subidas y bajadas de excitación para controlarme a mi; pero así me gusta pensarlo. Que ojalá parara de golpe tantos deseos. 
Pero prefiero que sigan. 
Es su ritmo el que me está guiando por este camino, y juro que él gime mejor cuando acaricia su guitarra blanca con los dedos. Ojalá acaricie el mío, como colocando su mano en mi cuello, y moviendo la mía hacia su pecho para comprobar que sigue latiendo.

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