martes, 29 de octubre de 2013

Magnético.

Es magnífico sentir como durante todo el trayecto voy notando el viento azotando mi cara. Y aunque en realidad los azotes deberían dirigirse hacia mi lujuria, en mi rostro quedan bien. He presionado al futuro en mi cabeza, contra los poros de mi piel; los sonidos se hacen cada vez más intensos dentro de mis oídos. Que no hablo del brillo, que no sus manos golpeando mi cordura, sino el ritmo que tiene la calle una vez se han apagado las luces que la visten.
Me he quedado con las ganas, y la imaginación ha decidido comenzar a jugar  confundiendo arriba y abajo; pero merecerá la pena sentir como se va encogiendo mi corazón entre sus manos. Un poquito lleno de pasión, y otro poco asfixiado. Sentir como, definitivamente, el deseo ha superado la razón, la agilidad al viento. Sentir la dulzura de las notas insultando su esencia, como el tiempo coge su canción y la divide en partes que suenan dentro de mis laberintos. Sus letras acogen todo el deseo carnal y lo guardan entre mis muslos, entre calada y calada difundiéndose por la nube de su habitación. Melodía que es libre y deja volar mi alma de forma aleatoria, confundiendo la realidad con los pensamientos. 
Permitir que la mente fluya sola hacia otros mundos, otros paisajes, y otras lágrimas. 
El viento sigue azotando mi cara, su velocidad ya no me impide ir más lento; pero la sombra de mis ganas está deambulando día y noche por mi subconsciente.

sábado, 26 de octubre de 2013

Cíclopes de dos ojos.

Estoy segura de que en cualquiera de las dimensiones que conoces, mi excitación solo podría ir en aumento. Devoro el crujir de mis dientes con tal de soportar la presión de entregarme a los tuyos, de provocar tus encías para que busquen arrancarme los lunares del cuerpo. Egocentrismo que separa mi vida de tu realidad, pero que acerca nuestras mentes hasta el punto de rozarse; casi notando la cicatriz que tus pensamientos crean. 
Cantas. 
Tú cantas hasta que quedas cachondo, hasta que tu corazón late tan fuerte que trata de explotar tu cuerpo. 
Confusión. 
Me confundes los sentidos hasta dejarme enajenada por tu voz, tus gemidos que son música, y la alineación de tu cara que espera quieta mientras tus manos hacen el trabajo duro.
Vuelve a empezar, que hasta la ceniza a cobrado vida para escuchar lo que tienes que decirnos; y si el infierno no me asfixia, yo también quiero aguantar hasta el final. Dos placeres han hecho cruzar nuestras miradas en una única dirección. Sorpresa para mis sentidos, y esperado final desde que nuestros pies también compartieron el suelo.
Me quedan 45 segundos de vida, y té en el poso de mi taza. Quien quiera que sea ese yo que está repitiendo en estos momentos esa estrella, que lo disfrute. En cuanto cruzo la puerta ansío tener de vuelta tu atmósfera, no quiero tus labios; pero deseo con todas mis fuerzas volver a perderme en ese laberinto.